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Vamos a repasar lo que puede suceder en los próximos
veinte años, hasta el 2030, que por diversos motivos, que tal vez exponga en
otro post, pienso que se trata de una fecha crucial, en que Occidente, tal como
lo conocemos, ya habrá dejado de existir, dando paso a otra estructura
política, económica y social muy diferente de lo que hemos conocido hasta
ahora.
Repasemos las consecuencias de la disminución
paulatina de la producción de petróleo, hasta que se ponga de manifiesto la
imposibilidad de cubrir la demanda, con las visibles alteraciones de todo orden
que de ello sobrevendrán, algunas de las cuales ya hemos tratado en otros
posts, y la forma en que el poder establecido intentará reconducir la situación
a fin de minimizar los efectos de la situación (para ellos, los elitistas,
nosotros importamos menos):
- Descubrimiento de una fuente de energía milagrosa.
Absolutamente imposible. Ya explicamos que la llamada fusión nuclear no tendrá
nunca viabilidad, y cuáles son los verdaderos objetivos de la investigación
(ver Los límites del crecimiento).
No hay material en la Tierra capaz de soportar la
temperatura implicada en el proceso sin fundirse a su vez (y aquél debe tener
lugar en algún contenedor estable, por pura necesidad). Pero es que además,
aunque se encontrara una fuente de energía que nos permitiera continuar nuestro
ritmo de vida, incluyendo el crecimiento exponencial que constituye el dogma de
nuestro sistema económico, tal circunstancia supondría que obtendríamos el
medio de continuar depredando el planeta y saturando sus sumideros, lo que sólo
podría hacerse por algún tiempo más, hasta encontrar una nueva barrera
infranqueable que nos situaría de nuevo al borde del abismo, por mucho que
dispusiéramos de toda la energía (eléctrica, que no es precisamente lo que nos
falta) que quisiéramos.
Además, hay una razón moral por la que esto no va a
pasar. Sé que no es muy científico lo que voy a decir, pero debo hacerlo (este
no es un blog estrictamente técnico). Occidente, la pseudocivilización
industrial, no se merece descubrir semejante fuente de energía para continuar
extendiendo su desorden e imponer su saqueo por el universo. Debe morder el
polvo y darse cuenta del inmenso error que supuso, durante el Renacimiento, la
consideración de que éramos seres únicos, que nos lo merecíamos todo, y que
podíamos maltratar y robar impunemente a todas las civilizaciones y pueblos del
mundo (semejante doctrina egoísta e incalificable tiene, desde Erasmo de Rotterdam,
el sobrenombre más políticamente aceptable de “humanismo”, y es la causa de
todas las aberraciones que nos han situado en este peligroso momento
histórico).
En definitiva, los pueblos de Europa (y aledaños
norteamericanos) tenemos que pagar nuestros crímenes contra la humanidad. Se ha
hablado mucho de las barbaridades de los españoles (diríamos mejor castellanos)
en América. Estas existieron sin duda, pero basta leer la historia de las
“colonizaciones” perpetradas por otras naciones europeas para darnos cuenta de
que los pueblos ibéricos no fueron, ni de lejos, los más crueles (los ingleses
y los holandeses están muy bien escondidos detrás de las magníficamente
ilustradas enciclopedias históricas de cuento de hadas que controlan, pero si
se estudian profundamente otras fuentes menos manipuladas observaremos que son
los que más tienen que reprocharse y los que mayores desafueros tienen que
purgar).
- Revolución social. Solo posible, pero bastante
improbable. En efecto, aunque la rabia de las masas vaya evidentemente en
aumento por la bajada continua de su nivel de vida, debemos tener en cuenta que
se trata de multitudes urbanitas, profundamente ligadas al circuito del dinero,
fácilmente manipulables a través de medios de comunicación masivos como nunca
han existido, y empapadas de una cultura económica estructuralmente insolidaria
(llamada por nuestros amos competitividad).
La sublevación requiere de un cierto valor personal,
del que los individuos que actualmente vivimos no estamos sobrados. Es muy
fácil salir a protestar, pero para doblegar al establishment hay que hacer
cosas fuertes, que son constitutivas de delito, y más de uno se lo pensará
antes de perpetrarlas (hay en marcha una nueva reforma del código penal, por si
las moscas, se lo ven venir).
Por otra parte, me dijeron una vez que la revolución
no se hacía con el estómago lleno. Esto es muy cierto. Aunque puede que estos
estómagos empiecen muy pronto a vaciarse, y seamos capaces de cosas que nunca
imaginaríamos. Pero veo difícil que se saquen, al menos en el primer mundo,
demasiado los pies del plato (otra cosa será que interese al “imperio” la caída
del gobierno en un determinado país, pues entonces efectivamente veremos
valerosos activistas, impecablemente entrenados y armados por el MI6, la NSA y
el Mossad).
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Lo que sí harán las masas desesperadas es votar con
mala índole por opciones antisistema. Pero esto puede que sólo sirva para
acabar con la farsa de la democracia (por nuestro bien, no sabemos lo que nos
conviene) y acelerar la posibilidad que se examinará a continuación.
- Cambio de estructura política, dictadura
encubierta y control social masivo. Seguro. Pero tengamos en cuenta que nadie
va a salir en televisión para decirnos: “Señores, a partir de ahora se acabó lo
que se daba, viven ustedes en un sistema totalitario. Son esclavos”. En primer
lugar porque ya lo somos bastante más de lo que creemos, y el sistema actual
dista mucho de permitir la autonomía del individuo tanto como dice, la
información que circula en los medios corporativos es sesgada y tendenciosa, y
las elecciones son una farsa partitocrática con dos actores principales, uno de
fondo de azulina, y el otro también pero con un toquecito rojo en una esquina,
que están pagados por los mismos millonarios, y ponen en marcha políticas muy
similares.
Hacen con nosotros lo que quieren y tapan auténticas
barbaridades. Si alguien tiene duda que lea el libro de memorias de Rafael
Pérez Escolar, especialmente la parte que se refiere al llamado síndrome tóxico
(colza), teniendo en cuenta que se trata de material abierta y legalmente publicado,
y no ha habido querellas.
Lo que ocurrirá es que lo que ya hacen ahora lo
practicarán con mucho más descaro, y empezarán a extender la idea de que las
elecciones están bien para decisiones localistas (nombre de una calle, poner
una estatua, festejos populares,…) pero que las cosas de comer (política
general, estructuración social, economía,..) son muy delicadas y no las
entendemos, por lo que debemos dejarlas en manos de “expertos” (tecnócratas
designados por organizaciones elitistas).
- Sistema económico planificado, con provisión
centralizada de las necesidades básicas. Está unida a lo anterior, y es también
nuestro inexorable destino.
- Guerras, también impepinables. Ya hemos dicho que
hace tiempo que han comenzado. Afectarán especialmente al continente asiático,
donde se encuentran las últimas reservas de petróleo importantes que quedan. De
ellas surgirá un gran general, que será uno de los máximos valedores del cambio
de estructura política en Occidente (ver Fin de ciclo), y que iniciará su
puesta en marcha en los países centrales, antes de ser asesinado y convertirse
en un mito (lo que permitirá dar un lustre idealista a la labor puesta en
marcha, que servirá de apoyo para su completa implementación).
- Grandes migraciones, muy probable. Inicialmente la
falta de recursos afectará más intensamente a los países del tercer mundo, lo
que lógicamente impondrá el sálvese quien pueda, y la desbandada a países con
divisas aún creíbles que permitan comprar petróleo. Tales transferencias
poblacionales se verán favorecidos por la necesidad de abaratar costes, a fin
de mejorar la productividad, lo que exigirá trabajadores con sueldos de hambre,
que serán, por lógica, más fácilmente localizables entre inmigrantes ilegales
que entre la población autóctona. Todo esto, a su vez, puede traer brotes
xenófobos y graves alteraciones del orden público, y dará lugar a la aparición
de partidos del tipo Amanecer Dorado en Grecia, lo que será favorecido y
utilizado por el sistema, para distraer a algunos con soluciones simplistas,
así como por el consuelo que supone la adopción de posturas victimistas y
fascistoides, que permiten crear enemigos de cartón piedra y no ver la
realidad.
- Escasez e inflación, las pongo juntas porque
vendrán una de la mano de la otra. La primera cuando la notoria falta de
combustibles líquidos ponga de rodillas nuestra estructura productiva. La
segunda, consecuencia de lo anterior, cuando se vea claro que el dinero creado
no tiene ninguna correlación con los bienes físicos realmente existentes.
Afectará inicialmente más a los alimentos y otros servicios muy ligados a
suministros energéticos. Luego al resto de productos y servicios, e irá en
aumento exponencial hasta destruir el sistema monetario, y hacer necesario
recurrir al trueque. No es inminente ni mucho menos, será la última
consecuencia de la paulatina degradación económica.
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- Generalización de la aceptación del peak oil, y de
que no es factible el mantenimiento de la civilización industrial.
Absolutamente imposible. Esto nunca ocurrirá. Cuando sean muy perceptibles sus
efectos se acelerarán las guerras, catástrofes y atentados teledirigidos, a fin
de lanzar las culpas a terroristas islámicos que odian nuestra cultura y
nuestra “democracia”. Y lo más grande es que muchos tragarán, y aceptarán
postulados políticos contrarios a sus auténticos intereses, y favorables a los
de las élites que nos engañan y explotan. Es triste, pero así será.
Lo que quiero decir es muy importante. Los pocos que
hayan reflexionado, y sean capaces de ver lo que está verdaderamente ocurriendo,
leyendo entre líneas las versiones oficiales de los acontecimientos, se verán
obligados a callar, por su propia seguridad, o como mucho a intentar transmitir
lo que saben a su círculo más cercano. De todas maneras, estos bien informados
tendrán mucha ventaja, y podrán tomar decisiones individuales mucho más
inteligentes que los que se dejen llevar y no sepan lo que realmente sucede.
De lo dicho puede finalmente deducirse que éste y
otros blogs sobre la misma temática empezarán a tener “dificultades técnicas” y
finalmente desaparecerán, sin dejar siquiera rastró “caché” en la red. Para
entonces quedaréis completamente solos, y únicamente os quedará vuestro buen
sentido, y lo que hayáis guardado en el disco duro de vuestros ordenadores (y
mejor aún en periféricos), para conservar la cordura en medio de la locura
general y las mentiras televisivas.
Con algo de suerte “el que persevere hasta el final se
salvará”, pero que no basta con saber, hay que actuar, bajar al cenagal y mancharse
los pantalones, intentando dar orientaciones básicas, a quienes probablemente
no tengan capacidad para entenderte, con paciencia y destreza intelectual
(también con algo de bien intencionada manipulación). Y tener en cuenta que los
tiempos no son malos, son distintos, y que los dolores de parto nos conducirán
a una nueva sociedad, muy distinta de la actual, donde el maldito betún
subterráneo no se utilizará ni para dar lustre al calzado.
Saludos,
Calícrates